TRASTORNO DEL ESPECTRO AUTISTA

Los trastornos del espectro autista son un conjunto amplio de condiciones que afectan al neurodesarrollo y al funcionamiento cerebral.

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¿Qué es el trastorno del espectro autista y cuáles son sus características?

Repercute en la manera en que la persona procesa la información y por lo tanto como se relaciona con el entorno.

Las personas con TEA presentan alteraciones a nivel de la interacción y comunicación social y los intereses, que suelen ser restringidos. 

Entendemos por tanto que el procesamiento cerebral es diferente, entendiéndolo dentro de un concepto de neurodiversidad, por lo que la manera de actuar, comunicarse y responder a los entornos difiere de lo establecido como norma. 

 

Diagnóstico

Actualmente, en base a los criterios diagnósticos del DSM-V, cuando la persona que recibe un diagnóstico de Autismo, se debe especificar si tiene o no una discapacidad intelectual asociada, si hay o no unas necesidades específicas a nivel de lenguaje, así como aclarar el grado. Esto nos ayudará a conocer las necesidades de apoyo de la persona para realizar las actividades de su día a día. 

Es fundamental recalcar que se presenta de una manera tan amplia dentro del espectro, que las necesidades pueden ser muy distintas en cada caso, de ahí la importancia de adaptarnos a la individualidad de cada caso.

Autismo forma parte de la esencia de la persona, las características sintomáticas acompañan a la persona durante todo su ciclo vital. En cada momento evolutivo, tanto la propia persona, como la familia, necesitarán de unos apoyos específicos que den cobertura a las necesidades del momento. 

¿Qué los causa?

No existe ninguna causa concreta que determine el por qué de la aparición de los Trastornos del Espectro Autista, aunque sí que existe una fuerte implicación genética en su origen. Debido a la gran variabilidad que presenta este tipo de trastornos, se apunta también a la posibilidad de la interacción de aspectos genéticos con diferentes factores ambientales, aunque son elementos que no están identificados y que aún precisan de un largo proceso de investigación.

¿Cuántos casos hay?

Los últimos estudios indican que el 1% de la población está dentro del espectro del autismo. Este dato pone de relevancia lo presente que está el autismo en nuestra sociedad (Global prevalence of autism: A systematic review update. Zeidan J et al. Autism Research – marzo de 2022)

También, la prevalencia de diagnósticos en varones frente a mujeres, que siempre ha sido más alto ( 5 varones por cada mujer) está cambiando. Conforme más se sabe sobre cómo se expresa el autismo en mujeres, más se consideran que han sido infra diagnosticadas.

En el caso de las mujeres, las alteraciones a nivel de interacción socio comunicativas puede ser más sutil o que hayan aprendido a compensar esas dificultades, lo que le llevan a pasar más desapercibidas. Esto no quita que si no reciben un diagnóstico y a tiempo, la persona pueda tener unas necesidades no cubiertas que la lleven a requerir de profesionales de la salud mental.

Detección

El proceso de valoración y diagnóstico varía en función del momento del ciclo vital de la persona. En el caso de que sean infantes, suele partir de la inquietud por parte de la familia o profesionales del ámbito educativo o médico, los cuales a través del pediatra deben ser derivados a los servicios específicos.

Es en torno a los 36 meses cuando se realiza el proceso de diagnóstico, usando pruebas como el ADIR-R y ADOS-2 que favorezcan la observación de la persona en situaciones de interacción, comunicación y respecto a su intereses y permita el profesionales de la salud que realice el diagnóstico finalizar con un juicio clínico.

En cualquier momento que la persona lo necesite, lo ideal es que se ponga en contacto con profesionales con experiencia en el diagnóstico durante todo el ciclo vital para que puedan darle respuesta.

A continuación, se detallan algunos hitos del desarrollo que de no alcanzarse, pueden alarmar a la familia y recurrir a profesionales de la salud para una valoración más exhaustiva y determinar la necesidad o no de iniciar un proceso de derivación del menor:

Hacia los 12 meses

de edad puede ocurrir: falta de balbuceo, señalar para pedir objetos, no reconocer su nombre ni responde a las llamadas, no implicarse en juegos interactivos típicos de los niños de su edad (“cucú”, “palmitas”, …).

Entre los 12 y 18 meses

falta de prerrequisitos fundamentales del lenguaje como son el decir palabras sencillas o la ausencia de balbuceo social con adultos. No enseñar objetos, ausencia de imitación, respuesta inusual ante determinados estímulos auditivos.

Sobre los 2 años de edad

ausencia en su lenguaje oral de frases de dos o más palabras, no implicarse en juegos compartidos o dificultades para mantener el contacto ocular. Son comunes también los movimientos repetitivos y estereotipados, movimientos motores extraños.

Los factores detallados son determinantes en un diagnóstico de TEA pero de manera aislada no implican que un niño o niña tengan un diagnóstico de trastorno del espectro autista, aunque sí que tienen que servir en todo momento para favorecer la derivación a estudio y evaluación especializada de los mismo

Necesidades de apoyo por parte de profesionales

Las necesidades de la persona autista pueden ser muy variadas, pudiendo necesitar apoyo por parte de profesionales de manera más generalizada, a mantener un seguimiento o tener acceso al apoyo de manera puntual, dependiendo también del momento del ciclo vital en el que se encuentren.

Nuestra metodología de trabajo va encamina hacia una intervención ecológica, que favorezca que los aprendizajes sean lo más naturales posible y por lo tanto funcionales. Proporcionando a los familiares las herramientas necesarias para generalizar los aprendizajes a su ámbito de desarrollo natural. Esto es especialmente fundamental en los primeros momentos, cuando el niño/a recibe el diagnóstico; necesitamos que la familia comprenda a su hijo/a para poder apoyarlo/a.

A través de principios de intervención como la anticipación y estructuración, partir de sus intereses y motivaciones, potenciar sus puntos fuertes y adaptarnos al ritmo del menor y su familia, trabajamos conjuntamente para alcanzar los objetivos planteados, los cuales repercutan en la calidad de vida de la persona y su familia.

Durante todo el ciclo vital, y bajo esa misma premisa, debemos adaptarnos a la individualidad de la persona, a sus necesidades y deseos, para favorecer su desarrollo personal.
Equipos interdisciplinares que abarquen la globalidad de la persona y la acompañen en la consecución de objetivos relevantes para la persona y/o su familia.

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